Entre roomies Pt1

Me limpio el sudor que sigue cayendo, ese partido de fútbol fue reconfortante, ya necesitaba liberar toda esa tensión de mi cuerpo.

Entro a mi departamento y dejo mi mochila sobre el suelo. Mi compañero esta sentado en el sillón sosteniendo un paquete.

─¿Qué te llego? ─me da una sonrisa que abarca todo su rostro.

─Adivina ─dice con emoción. 

─Déjame pensar ─pongo mi mano en mi rostro─ un pene de plástico ─me burlo.

 ─No ─su actitud cambia a una más seria─, recuerda que soy activo, yo no me meto cosas, yo soy quien se las mete a otros ─me guiña el ojo.

─Activo, pasivo, da igual ─me encojo de hombros─. Todos los gays buscan quien se las meta.

─Si que tienes la cabeza llena de estereotipos.

─Si ya como sea ─abro la puerta del refrigerador y tomo una cerveza─ ¿Qué tiene la caja?    

De nuevo su sonrisa aparece, esta impaciente, la punta de sus dedos golpea la caja. 

─El dispositivo ─su emoción se hace más grande.

─¿El dispositivo? ─estoy confundido─ ¿Para qué?

─Para intercambiar nuestros cuerpos ─dice en un tono alto.

Escupo la cerveza manchando mi camisa. Lo había olvidado, la estúpida apuesta.

─Desde que llegó en la mañana estuve esperando todo el día a que llegaras ─comienza a destrozar la caja.

 ─¿De verdad quieres hacer eso? ─interrogo tratando de que cambie de opinión.

─Por supuesto ─afirma con seguridad. 

¡Me lleva la chingada! No quiero que este en mi cuerpo, sé bien que intentará hacer cosas gay, lo cual en si no me molesta, lo que de verdad me preocupa es que alguien más se folle mi trasero.

─¡Ni lo pienses! ─levanto la voz─ ¡No intercambiaremos nada! 

─Perdiste la apuesta ─sentencia─, fue tú idea, recuerdo que estabas tan seguro que tu equipo de fútbol ganaría que apostaste tu cuerpo.

─¡Fue en el calor del momento! No creí que te lo tomaras enserio. 

─¡Cómo no lo tomaría enserio! Yo aposte que pagaría la renta solo por seis meses. 

Terminó de romper la caja y de ella saco otra pequeña. El empaque decía en letras grandes “Intercambiador corporal”.

─Piensa en otra cosa ─estaba furioso─ no te voy a dar mi cuerpo. 

Lo mire a los ojos, lo cual fue una mala idea. Estaba echando humo.

─¡A no culero! ─confirmo, estaba enojado─ Vas a pagarme la apuesta o te dejo que pagues la renta solo. 

Maldita sea, esto me pasa por abrir mi boca. Realmente esta enojado, lo cual, es muy raro que ocurra. Lo conozco desde hace tres años y puedo contar con los dedos de una mano las veces que se ha puesto así. Esto le importa mucho, no puedo negarme, aprecio mucho a este maldito homosexual como para verlo así. 

─Bien ─digo entre dientes.

Su expresión cambio rápidamente, ahora estaba alegre de nuevo. 

─Un mes ─indica.

─Cinco días ─tomaba el resto de la cerveza. 

─Una semana ─seguía intentando negociar.

─Tres días ─dije en seco.

Se quedo en silencio, sabía que si decía alguna otra opción reduciría a un día. 

─De acuerdo ─sacó el dispositivo del empaque─ serán cinco días. 

El aparato era un simple rectángulo con dos lectores de huella en cada lado y en medio, había tres luces verdes. Tomé el instructivo y lo leí en voz alta.

─Gracias por comprar el intercambiador corporal toda la emoción de ser otra persona en la palma de su mano. Dispositivo de un solo uso. 

Le lancé una mirada con el ceño fruncido a mi compañero.

─Es que ─se rasca detrás del cuello─ el de usos ilimitados costaba demasiado ─me muestra la sonrisa más falsa que he visto.

 ─Solo compra el otro ─me limito a decir para seguir leyendo las instrucciones─ Efectos secundarios, al estar en un cuerpo diferente es posible que necesite cubrir las necesidades o caprichos del cuerpo, algunas ellas pueden ser, horario biológico, tiempos de comida, actividades físicas, preferencia sexual…

─Suficiente ─me arrebata el papel y lo lanza junto con toda la basura del empaque ─, por tu dedo en el otro lado. 

De mala gana hago lo que dice. Enciende el dispositivo y las tres luces comienzan a parpadear. Después de unos segundos mi vista se pone borrosa poco a poco hasta que la luz desaparece. Poco tiempo pasa cuando vi visión regresa, me siento mareado y torpe. El dispositivo tiene dos luces encendidas, la última parpadeaba.

Parpadeo varias veces y la silueta de alguien enfrente de mi se vuelve clara. Es mi rostro, tiene los ojos entrecerrados.

─Tu cara se me hace muy familiar ─las palabras de mi compañero sonaron como si estuviera ebrio.

Mi lucidez regreso, el aparato tenia las tres luces encendidas. Traté de no caer ya que mi centro de gravedad era diferente. Enfrente de mi estaba mi cuerpo que abrió los ojos por completo, se quedo paralizado al verme, lo más seguro es que este en shock por verse así mismo.

Mi anterior cuerpo colocó sus manos por todo el rostro y jugó con el moviendo cada centímetro y apretando mis cachetes.

─Se siente diferente ─balbuceaba. 

─Claro que se siente diferente, es mi cuerpo ─me sorprendió un poco escuchar una voz diferente salir de mí. 

Creo que en ese momento se dio cuenta de la situación porque salió corriendo hacia el baño. Yo también fui detrás de él y ambos nos quedamos como idiotas parados frente al espejo.

─El mejor… día de mi vida ─mi roomie estaba incrédulo─ ¡Soy Rúben! 

Toco mi rostro y hago algunas muecas con él.

─Y yo Josué ─mi entusiasmo estaba por los suelos. 

Observo a mi cuerpo moviéndose por si solo, lo cual me parece extraño. Mi compañero no pierde el tiempo y explora cada rincón. Comienza con los brazos tocándolos suavemente y dando apretones a los bíceps, rápidamente baja a mi abdomen para levantar la camisa.

─Tienes mucho vello ─sonreía de una manera que yo jamás lo haría. 

Toca cuidadosamente cada centímetro y lentamente sube sus manos hacia el pecho; juega con los pezones.

Se detiene por un segundo, y mira con detenimiento hacia abajo. De un movimiento tan brusco que me hizo sobresaltar, metió una de sus manos en la entrepierna.

─¡Wow! ─dejo notar mi sarcasmo─ 20 segundos tardaste en mirar allí. 

─Se siente diferente ─se ve tan feliz.

Salgo del baño para dirigirme a la cocina y tomar otra cerveza, no quiero seguir viendo esa escena.

─¡Que decepción! ─gritó─ Es pequeño.

Me abstengo de abrir mi lata y veo como sale del baño mirando descaradamente su parte.

─Que mentiroso eres, siempre me decías que la tenías grande ─me señala.

─Es grande ─destapo la cerveza─ el mío es de sangre no de carne, tienes que pararlo. 

Me lanzó una mirada de extrañeza, algo que me sorprendió, yo nunca haría una cara así.

─No te tomes eso, recuerda que no me gusta la cerveza ─se dejo caer en el sillón─, debemos imitar mejor al otro.



─Tranquilo, estamos en la casa, no veo el problema ─di un sorbo y la escupí de inmediato─ ¡Sabe muy agria! 

Mi roomie soltó una carcajada. Me limpie la boca para no tener ese horrible sabor, revise que la lata no estuviera caducada, pero estaba en perfecto estado.

─Te dije que a mi cuerpo no le gusta la cerveza ─se limpiaba las lágrimas.

─¡No puedo tomarme ni una cerveza! ─coloqué ambas manos en mi cara.

No llevamos ni 10 minutos desde que comenzó esto y ya quiero que termine. Fue mala idea aceptar cinco días, debo de pensar mejor las propuestas que hago. Bajé las manos y vi al idiota de mi compañero quitándose el short.

─Si vas a hacer eso vete al baño, o a tú cuarto.

─¿Qué tiene de malo que lo haga aquí? ─lo decía enserio─ Ya has visto muchas veces este pene.

Ignoró mi petición y poco a poco vi como su pene se hacia tan grande que casi llega al ombligo. Viéndolo desde esta perspectiva da un poco de miedo, ahora entiendo a las chicas que se retractaron de tener relaciones cuando lo vieron.

La cara de Josué era como la de un niño viendo el juguete nuevo que le regalaron. No perdió el tiempo, sus dedos tocaron la punta y la acaricio varias veces de arriba hacia abajo. Con su otra mano lo tomo desde la mitad y comenzó a hacer el típico movimiento.

Su rostro estaba completamente rojo, podía escuchar su respiración agitada, creo que apenas si recordaba respirar. Los únicos sonidos que producía eran gemidos o susurros, en uno de ellos, alcancé a escuchar que los chicos se pelearían por él.

Movía su mano de arriba hacia abajo, de momentos, tenia espasmo que lo hacían dar un pequeño salto, debí de decirle que mi cuerpo hace esas cosas raras cuando me masturbo.

Se detuvo un momento y miro su pene de forma extraña.

─¿Qué pasa? ─pregunte con la cabeza hacia abajo.

─Nada, solo que… me siento incomodo cuando me masturbo. 

─Porque lo estás agarrando de la mitad, inténtalo desde la base. 

No se lo tuve que decir dos veces, cuando el descarado ya lo estaba haciendo con fuerza. Los espasmos aumentaron, era tanta la presión que hizo su cabeza hacia atrás y gemía con fuerza.

─¡Cállate! ─sentencie─ Los vecinos van a oírte. 

Parece que no me escucho. Me desespero, así que me acerqué a él para callarlo. Coloqué mi mano en su boca, pero aún así el sonido era escandaloso. Me miro a los ojos e intento decir algo. No logre comprenderlo hasta que el mismo alejo mi mano.

─¡Quítate me voy a venir! 

Me lleva la… Fue tarde, todo el semen acumulado de un mes salió disparado por todas partes, en el sillón, el piso, la ropa, pero en especial mi cara y la de él.

Le di una mirada incomoda, pero estaba tan extasiado que de seguro ni sabía lo que acababa de hacer. Fui a buscar un trapo, limpié mi cara y parte de la ropa en donde cayó. Estaba tan furioso que quería molerlo a golpes.

─Eso… fue asombroso ─una sonrisa se extendió por todo su rostro. 

Rápidamente me calme, sabia que fue mi culpa por acercarme a él. Su estúpida sonrisa hace que me tragué mi rabia.

─Ten límpiate, pervertido ─le lancé la toalla con fuerza.

Estaba ya harto así que me dirigí a mi cama, espero que los cinco días pasen rápido.

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