No quería venir de vacaciones Pt4

Después de lo de anoche casi no pude dormir, solo pensaba en coger con Héctor y sentir de nuevo su cuerpo. Estuve todo el día en el departamento hasta que recibí un mensaje de Arturo para que fuera a la tienda, me puse una camisa de tirantes que estaba en el closet. Llegue al banco en donde siempre nos veíamos y para mi sorpresa llevaba mi ropa, ambos nos saludamos y fuimos directo a la tienda, en el mostrador estaba una mujer diferente.


─Buenas, nos puedes cambiar ─dijo Arturo.

─Me hablaron de ustedes, los cambiados, denme un minuto.

La chica fue hacia la parte trasera de la tienda, mientras esperábamos yo me perdí entre las cosas de la tienda.

─Estos fueron los días más largos de vida ─dijo Arturo.

─Si… los míos también ─dije.

─¿Cómo estuvo mi cuerpo?

─Bien, se sintió raro al principio la diferencia de tamaño.

─Si yo también lo sentí ─dijo con una pequeña risa.

Nuestra platica fue interrumpida por el sonido de la puerta de la tienda abriéndose, ambos miramos de inmediato y nos quedamos fríos cuando vimos quien entro.

─¡Hey aquí estas! ─dijo Héctor acercándose a Arturo.

Retrocedí y al parecer Arturo también se sorprendió al verlo.

─¿Qué haces aquí? ─preguntó Héctor en tono de burla.

─Ya sabes comprando unos recuerdos y eso ─dijo nervioso.

─Rara tienda para hacerlo, ¿quién es tu amigo? ─Héctor me guiño el ojo.

─No lo sé, ya estaba en la tienda ─dijo aún más nervioso.

La mujer salió de la parte trasera de la tienda con la piedra verde en sus manos y la puso en el mostrador.

Héctor sin perder el tiempo la tomo lo que hizo que Arturo y yo entráramos en pánico.

─Disculpe señorita que es esto, me interesa comprarlo.

─Lo siento, esto no esta a la venta les pertenece a ellos dos.

─¡Oye deja eso! ─dijo Arturo molesto.

─Tranquilo solo quiero verla.

Héctor siguió tomando la piedra mientras me miraba de reojo, yo solo negaba con la cabeza para que la dejara en el mostrador. Héctor me lanzo una sonrisa y con un movimiento rápido puso la piedra en mi pecho, de nuevo la luz verde me dejo sin vista unos segundos. Cuando la recuperé lo primero que vi fue que mi mano tocaba un enorme pecho cubierto por una camisa amarilla. De la impresión deje caer la piedra que estaba en mi nueva mano cayendo debajo del mostrador.


─¡Genial! ─dijo Héctor con su nueva voz.

─¡Que mierda! ─gritó Arturo molesto─ ¡Que hiciste!

─Tengo tu cuerpo ─guiño el ojo.

Arturo se agacho para buscar la piedra debajo del mostrador, pero con la poca luz que había se le dificulto mucho. Héctor aprovecho ese momento para tomarme de la camisa y salir de la tienda.

No dejamos de correr hasta que ya habíamos avanzados varias calles, nos detuvimos en un callejón.

─¡Estas loco! ─dije mientras recuperaba el aliento.

─Cállate ─me empujo hasta la pared y me beso.

No pude alejar a Héctor de mi ahora que tenia ese cuerpo así que me rendí y dejé que continuara. Sus manos bajaban lentamente hacia mi entrepierna, la cual toco sin pensarlo.

─Así que, así se siente tocar mi pene.

Es verdad, ahora estoy en el cuerpo de Héctor, ahora tengo ese monstruo en mi entrepierna. Con cada acaricia que me daba sentía como se ponía tan duro que mi pantalón y mi ropa interior apenas lo podían contener. 

─Vayamos al departamento de este wey ─dije.

Ambos nos apuramos en llegar, apenas cerramos la puerta Héctor continúo tocando mi pene mientras nos besábamos. Yo tocaba esos músculos en los brazos que momentos antes eran míos, llegamos al sillón, esta vez si lo convertí en cama. Héctor me empujo hacia ella y me bajo el pantalón con rapidez. Mi gran pene se veía a través del bóxer, paso sus dedos sobre la punta y los recorrió lentamente hasta llegar a las bolas, sin duda sabía como tocar su cuerpo.

Bajo el bóxer y se la metió en la boca, gemía del placer tanto de la mamada como de ver esa imagen de un tipo fornido con mi pene en su boca. Me senté en la cama y me acerqué a él para que me besara, su barba me raspaba lo que hacia aún más excitante el momento.

Mis manos bajaron hasta llegar a su entrepierna, toqué su pene aún con el pantalón puesto, estaba completamente duro así que lo masturbé. Por su cara de satisfacción pude saber que lo estaba haciendo bien. De igual forma él tomo mi pene y lo comenzó a masturbar, mi nuevo pene se sentía mejor que el de Arturo.

Nos detuvimos, Héctor se quitó toda la ropa y se acostó sobre la cama, sin pensarlo me le fui encima tocando ese pecho peludo mientras lo besaba. Él no dejaba de tocar mi pene mientras mis manos bajaban y subían de su pecho a su abdomen.

Me detuve cuando sentí su pene cerca de mi trasero, Héctor me lanzo una sonrisa siniestra. 

─No ─le dije.

─Si ─dijo mientras asentía.

Héctor acomodo su pene en mi trasero y lo metió sin esperar a que estuviera listo. Estaba sudando tanto que caía sobre el pecho de Héctor. Este comenzó a moverse lentamente, yo tenía una mezcla de sentimientos entre placer y un poco de dolor, no sabía que su culo era tan sensible.

No puedo creer que estoy haciendo el 69 con Héctor… bueno algo así. Él aumentaba la velocidad de a poco, en ese punto yo ya estaba completamente perdido, solo sentía como metía y sacaba su pene de mi trasero mientras que yo me masturbaba.

─¡Tu cuerpo se siente genial! ─grité.

─Y este grandulón lo hace tan natural… es tan… excitante.

─¡No pares!

Continúo haciéndolo, el cuerpo de Héctor aguantaba mucho, seguía masturbándome y apenas sentía ganas de venirme.

─¡Ve vengo! ─gritó Héctor.

De un momento a otro sentí como su semen se esparcía por todo mi trasero. Su erección bajo y saco su pene de mi trasero, intento levantarse, pero yo se lo impedí.

─Mi turno.

Aumente la velocidad con la que me masturbaba, Héctor se quedó inmóvil mientras lo hacía.

─Prueba tu propio semen amigo.

Cuando me vine no podía controlar mi pene de lo grande que era así que terminé por manchar su pecho, sus brazos, y su cara.

Me tranquilice y me deje caer sobre Héctor, ambos recuperábamos el aliento.

─¿Qué tal tu semen? ─pregunté en tono burlón.

─No sabes controlarlo ─dijo con una sonrisa.

─Quien puede controlar esa cosa, es enorme.

─Cierto, a mi me costo hacerlo.

Nos quedamos en silencio durante un rato, nadie decía nada simplemente estaba acostado sobre su pecho mientras el acariciaba mi cabello.

─Nos va matar ─dijo.

─¿Cómo supiste que esa era la tienda?

─Ayer que llegó pedo le saque toda la información.

─Eres un maldito.

─Pero valió la pena.

─¿Vamos por el 2do round? ─dije con una sonrisa. 

Lo que restaba de ese día no la pasamos cogiendo, después regresamos a la tienda y llamamos a Arturo, obvio no le dijimos que nos fuimos a coger, aunque creo que se dará cuenta cuando mire su departamento. Finalmente regrese a mi cuerpo y sin dudas puedo decir que fue muy bueno haber venido de vacaciones. 


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